Todo parece indicar que los cambios en la movilidad y en la interacción personal provocados por la pandemia del COVID-19, alterarán la forma de hacer las cosas en todo el tejido social. La educación es quizá una de las actividades que deberán experimentar uno de los mayores desafíos.
Cuando nos preguntamos cuándo las cosas volverán a ser como antes, estamos ignorando, tal vez no deliberadamente, aspectos de este proceso que cambian la dinámica de las relaciones humanas. Ese cambio en la forma de relacionarnos no es un asunto menor. Afecta nuestra percepción de las relaciones humanas, modifica nuestras ideas sobre la próximidad, la cercanía, la interacción y el contacto. Nos obliga a estar atentos siempre y a revisar en detalle aspectos que antes eran irrelevantes: qué tan cerca está una persona, hacia dónde irán sus microparticulas de saliva cuando hablan, con cuántas personas estuve en contacto hoy, cuántas puertas abrí, cuántos pasamanos toqué, cómo pulsé el botón de los ascensores, mantuve siempre las medidas de bioseguridad con amigos cercanos y con extraños. La practica prolongada y repetitiva de estas actividades modificará invariablemte nuestra conducta. Por eso no tiene mucho sentido preguntarse cuándo las cosas volverán a ser cómo eran antes, porque ya no será posible: nosotros ya no seremos los de antes.
Allí es donde experimentaremos el mayor cambio: en nosotros mismos. Esas conductas se están convirtiendo en parte de nuestras vidas, y en muchos casos, algunos de los nuevos hábitos que adoptamos forzosamente, ahora se han hecho parte de nuestras cotidianidad y hasta preferimos que así sea en no pocos casos.
Trabajar con un horario que nosotros mismos controlamos parece que es algo que nos agrada. No levantarnos demasiado temprano para comenzar una carrera contra el tiempo cada mañana. No meternos horas y horas en el tráfico. Poder comer comida casera más a menudo. Pasar más tiempo con nuestros hijos. Vestirnos más cómodamente. No tener que maquillarnos demasiadas veces a la semana. Todo eso ya está siendo parte de nuestra vida cotidiana y nos gusta. Sin duda, hay aspectos de la interación social que aún no hemos podido sustituir y quizá jamás lo haremos. Ese es un aspecto que sigue siendo polémico, pero que yambién está siendo trasnformado.
La educación en línea, el contacto con el profesor, la firmeza de los compromisos, la dinámica del salón de clases, el intercambio directo, las conversaciones al concluir la clase, plantear dudas diretamente al profesor después de concluida la jornada, son temas que aún se están resolviendo en las plataformas de enseñanza virtual, pero son aspectos que se resolverán con el uso. Sólo se pueden descubrir las respuesta si nos dedicamos a utilizar esas herramientas de forma intensiva y sin miedo. Estamos aprendiendo. Se hace camino al andar. Es lo que dicen.
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